Fiscal y contable son dos términos que a menudo se confunden, pero en realidad, se refieren a aspectos diferentes de las finanzas empresariales.
En términos generales, lo que es contable tiene que ver con el registro y manejo de la información financiera de una empresa, mientras que lo que es fiscal se relaciona con el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
Mientras que el objetivo principal de la contabilidad es hacer un seguimiento del patrimonio y los resultados de una empresa, la finalidad de la fiscalidad es recaudar impuestos.
En otras palabras, los contadores se enfocan en la generación de estados financieros claros y precisos para que los propietarios y los inversores puedan tomar decisiones informadas, mientras que los fiscalistas se enfocan en asegurarse de que la empresa cumpla con todas las obligaciones legales y fiscales en términos de presentación de impuestos y pago de los mismos.
En términos más detallados, una de las principales diferencias entre la contabilidad y la fiscalidad se encuentra en los plazos y las obligaciones que tienen las empresas para presentar determinados documentos.
Por ejemplo, los contadores pueden optar por utilizar un sistema contable de caja o de devengo, pero para la fiscalidad, lo que importa es qué régimen fiscal sigue la empresa. Además, mientras que los contadores pueden presentar los estados financieros anuales en un plazo razonable después del cierre fiscal, las obligaciones fiscales se relacionan con declaraciones fiscales mensuales, trimestrales o anuales que deben presentarse en plazos específicos.
Otro factor importante a tener en cuenta es que, aunque la contabilidad y la fiscalidad son conceptos distintos, deben trabajar de manera complementaria.
Por ejemplo, los contadores deben asegurarse de que se registran todas las transacciones adecuadamente para generar unos estados financieros precisos que servirán como base para el cálculo de los impuestos que la empresa debe presentar, mientras que los fiscalistas deben estar informados sobre la situación financiera de la empresa para poder realizar sus funciones correctamente.
La contabilidad financiera y fiscal son dos ramas de la contabilidad que se enfocan en el registro, medición y presentación de información financiera. La contabilidad financiera se centra en la creación de estados financieros que son utilizados por los usuarios externos de una organización, como bancos, inversores y reguladores. Mientras tanto, la contabilidad fiscal se enfoca en el cumplimiento de las obligaciones tributarias y en la planificación fiscal estratégica.
La contabilidad financiera implica la creación de estados financieros que resumen el rendimiento financiero de una organización en un período determinado. Esto incluye el balance general, estado de resultados, estado de flujo de efectivo y el estado de cambios en el patrimonio neto. Estos estados financieros son utilizados por los inversores, bancos y reguladores para evaluar la salud financiera de una organización. Una empresa debe seguir un conjunto de estándares contables, como los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados (PCGA), al preparar estos estados financieros.
La contabilidad fiscal se enfoca en el registro y presentación adecuada de información para cumplir con las obligaciones tributarias de una organización. Esto incluye el cálculo y el pago de los impuestos sobre la renta de la empresa y cualquier otro impuesto que pueda ser aplicable, como el IVA o el Impuesto Sobre la Nómina. La contabilidad fiscal también puede implicar la planificación fiscal estratégica para minimizar la responsabilidad tributaria de una organización.
Ambas ramas de la contabilidad son esenciales para el éxito financiero de cualquier organización. La contabilidad financiera ayuda a las empresas a evaluar su rendimiento financiero y tomar decisiones estratégicas basadas en esa información, mientras que la contabilidad fiscal asegura que la empresa cumpla con sus obligaciones tributarias de manera adecuada. En conjunto, estas ramas de la contabilidad son esenciales para el éxito financiero a largo plazo de una organización.
Los gastos contables no fiscales son los totales de dinero que se desembolsan durante el transcurso de una actividad empresarial y que no están ligados con la tributación del estado. Estos costes no tienen relación directa con la producción de ingresos o la generación de riqueza, pero son necesarios para el correcto funcionamiento de una empresa.
Los gastos contables no fiscales son aquellos que no pueden ser deducidos del impuesto sobre la renta de la empresa, lo que significa que no son considerados gastos tributarios, sino costes necesarios para la administración del negocio. Ejemplos de estos gastos pueden incluir la limpieza y mantenimiento de la empresa, suministros de oficina, la reparación y mantenimiento de maquinaria y equipo, y la capacitación de los empleados.
Además, los gastos contables no fiscales son los costos que están vinculados con el manejo de la contabilidad empresarial y la supervisión de las finanzas de la empresa. Estos pueden incluir la contratación de un contador o consultor financiero, la compra de software de contabilidad o la adquisición de una póliza de seguro.
En resumen, los gastos contables no fiscales son aquellos costos necesarios para el correcto funcionamiento y éxito de una empresa, que no están directamente relacionados con los impuestos. Estos gastos incluyen una amplia variedad de costes empresariales, desde gastos de administración hasta costos de contabilidad, finanzas y seguro.