Los intereses son generados por préstamos o inversiones que involucran una suma de dinero prestada o invertida a una tasa determinada.
Para contabilizar los intereses en una empresa, es importante entender cómo se clasifican. Existen dos tipos de intereses: los intereses activos y los intereses pasivos.
Los intereses activos son aquellos que una empresa recibe por concepto de préstamos o inversiones realizadas en otras entidades. Estos intereses se registran como ingresos y se contabilizan en la cuenta "Intereses ganados" dentro del estado de resultados.
Por otro lado, los intereses pasivos son aquellos que la empresa paga por concepto de préstamos o deudas adquiridas. Estos intereses se consideran gastos y se contabilizan en la cuenta "Intereses pagados" dentro del estado de resultados.
El registro contable de los intereses activos y pasivos se realiza mediante la aplicación del principio de devengo. Esto significa que los intereses se registran en el período contable en que se devengan, independientemente de si se han pagado o recibido efectivamente.
Asimismo, es importante mencionar que los intereses también pueden generar impuestos. En algunas jurisdicciones, los intereses obtenidos pueden estar sujetos a retenciones o impuestos sobre la renta. Estos impuestos también se deben contabilizar y registrar de acuerdo a las regulaciones fiscales correspondientes.